Para el vino ¿Tapón de corcho, sintético o rosca?

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Existe un debate en el mundo del vino sobre si el tapón de corcho puede ser reemplazado por el tapón de rosca y cómo puede afectar al vino de su interior, lo adecuado que puede resultar y cómo su presentación puede afectar o no, pero, ¿es realmente tan importante el tapón de corcho en una botella? En nuestro post de hoy, te damos ciertas claves para que puedas reconocer qué tipo de vino vas a beber en base a cómo esté cerrado.

El corcho es la forma más usual de cerrar una botella de vino, y también a la que más acostumbrados estamos culturalmente tanto en España como en el resto de Europa. Esto no quita que hoy, por razones económicas o ecológicas, muchas bodegas (en especial las de Nuevo Mundo) hayan optado por otras maneras para sellar sus botellas. La diferencia en las formas de elaboración, la propia filosofía de muchas bodegas, sabores, crianzas y edad de los vinos a la que aspiran ser guardados, son algunos criterios que permiten que se usen unas opciones u otras en las técnicas de cierre de las botellas.

Las ventajas y desventajas del corcho

El corcho proviene de la corteza del alcornoque. Se trata de un material resistente pero al mismo tiempo flexible y poroso. Fácil de cortar y de calidad, pero su fabricación es costosa y el proceso para su producción es largo. Históricamente, las propiedades naturales del corcho, así como su uso a través de la historia, son las que han hecho que sea el más usado para el sellado de botellas casi desde el siglo XVI. Una virtud esencial es que posibilita una “microoxigenación” fundamental para que el vino continúe evolucionando en la botella. No modifica ni el olor ni el sabor del vino a menos que el corcho se estropee o se pudra (hay que recordar que es un material orgánico), y es el aliado perfecto para la guarda de vinos de mediana y alta gama.

Su desventaja, como ya hemos comentado, viene del coste de su producción así como su carácter orgánico, que puede hacer que el corcho pueda degradarse a causa de hongos. A esta situación se la denomina “enfermedad del corcho”, y si sucede, puede llegar a presentar aromas y sabores que afecten negativamente y dañen el vino.

Este tipo de cierre, en su formato natural o tecnificado, es el que siempre escogemos en Bodegas Luzón para todos nuestros vinos.

El corcho sintético

Por supuesto, la evolución lógica de los corchos naturales es la creación de tapones creados en materiales sintéticos o de plástico. Surgidos a lo largo de los años 80, su funcionamiento es prácticamente el mismo que el corcho natural, a un coste menor, más sostenibles y en la actualidad, la mayoría están fabricados con materiales biodegradables, con lo que tampoco afectan al medioambiente. Como muchos expertos dicen “es mejor un buen corcho sintético que un mal corcho natural”. Puede presentar grandes ventajas, ya que al contrario que los naturales, por la propia composición del material no afectará al sabor del vino en ningún caso, ya que no pueden degradarse. Son utilizados sobre todo para vinos jóvenes de menor complejidad o para vinos que no necesitan ser sometidos a largas guardas, ya que es aquí donde encontramos su principal desventaja.

Esta desventaja es que en la gran mayoría de casos, los tapones de corcho sintético no regulan correctamente la micro-oxigenación del vino, y como resultado, en guardas largas el vino tiene más números a estropearse o a avinagrarse con mayor facilidad, por lo que muchos productores no los utilizan en vinos pensados para largas guardas.

Tapa de rosca para vinos

En muchos casos, si bien es un tipo de cierre muy normal en países del nuevo mundo, en España y Europa todavía existe el estigma de que un vino con tapa de rosca es un vino de mala calidad, o un vino “barato”. Nada más lejos de la verdad.

El cerramiento de rosca es una tapa simple, de aluminio, que se coloca sobre el cuello de la botella y resulta ideal para vinos blancos o vinos jóvenes que no tienen un objetivo de guarda y que están pensados para consumirse en ese mismo año. Es un tipo de cierre que no permite la micro-oxigenación del vino, algo necesario para su conservación, pero que para ese tipo de vinos, jóvenes o blancos, no es necesario. Este sistema además tiene la ventaja de que permite conservar el vino en la nevera más tiempo conservando su frescura y sabor. Además se puede repetir la calidad del vino en cada botella, evitando el riesgo de oxidación.

Australia, Nueva Zelanda y Estados Unidos son algunos de los países donde esta modalidad de cierre tan práctica ha triunfado. Debido al éxito de ventas en los países anteriormente mencionados y a la solución de una problemática concreta (costo de los corchos), muchas bodegas comenzaron a utilizar esta alternativa para sus vinos, si bien un volumen elevado de consumidores lo relacionan, como hemos mencionado, con vinos baratos o de baja calidad.

Por lo tanto, cada vino puede llevar una manera de cerrarse diferente, lo que no significa que un vino sea mejor que otro. Cada opción tiene un objetivo y no tiene nada que ver con la calidad del vino o con el prestigio de la bodega. Cuando busques un vino, déjate llevar por lo que te ofrece, pero no por su tapa, ya que la magia del vino se encuentra justo dentro de la botella.