La historia detrás de nuestro vino “Altos de Luzón”

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Uno de los vinos más emblemáticos de nuestra bodega, es sin duda Altos de Luzón. Un vino símbolo de la DOP Jumilla que hace pocos meses, en la presentación de la nueva añada 2019, tuvimos la oportunidad de viajar a través del tiempo en una cata vertical sin precedentes, donde pudimos probar las añadas del 2003, 2005, 2014, 2017 y por supuesto, la nueva añada de Altos de Luzón 2019 (podéis leer sobre ello aquí).

Altos de Luzón, junto con Alma de Luzón fueron las primeras apuestas de nuestra bodega de crear vinos referentes, que marcaran la calidad de los vinos en una época de cambios para Bodegas Luzón, donde dejábamos de lado la venta de vinos a granel, tan arraigada en la zona de Jumilla durante los años 80 y 90, para crear una marca propia, y un vino de calidad, Altos de Luzón.

Comenzó así la primera añada de Altos de Luzón en el año 2000. El nombre, que nos quedó claro desde el principio, hace referencia a los viñedos Monastrell de nuestra bodega situados en las cotas alta de la DOP Jumilla, entre los 650 y 700 metros de altitud sobre el nivel del mar, en un paisaje puramente mediterraneo, con suelos calcáreos, una gran oscilación de temperatura entre día y noche y un nivel muy bajo de precipitaciones a lo largo del año, que asegura un terreno donde la Monastrell muestra su mejor versión, uvas de pequeño tamaño, pero cargadas de sabor.

Hasta el año 2017 y el completo cambio de orientación que le dimos al vino, Altos de Luzón tuvo un triple ensamblaje, donde si bien nuestra uva autóctona ocupaba el mayor porcentaje, añadimos también la Cabernet Sauvignon y la Tempranillo, uvas de carácter más amable que la Monastrell que le daban al vino un carácter y notas diferentes, que sumado al año de crianza en barrica francesa y americana, hacían de Altos de Luzón un vino muy perfumado, redondo y que hizo las delicias tanto de crítica como de audiencia.

Sin embargo, con todo un equipo apasionado por de los retos el inconformismo, decidimos realizar una remodelación completa, tanto por dentro como por fuera, de Altos de Luzón en su añada 2017. abandonamos las variedades Cabernet Sauvignon y Tempranillo y trabajamos en un vino 100% Monastrell, con la idea de realizar un vino que representara la tradición e historia vitivinícola de Jumilla. Iniciamos un proceso de vinificación completamente sostenible y ecológico, dando como resultado, desde la añada 2018, un vino ecológico apto para el consumo vegano, donde la Monastrell es la absoluta protagonista de un vino cargado de carácter, muy perfumado y que no deja indiferente.

En su presentación y etiqueta, ese homenaje a nuestra tierra, a Jumilla, esa tierra de aspecto duro y agreste pero que esconde verdaderos tesoros si se trabaja adecuadamente. Un homenaje a nuestros viñedos marcados por la altura en uno de los vinos más característicos y representativos de nuestra bodega y que es posible encontrar en restaurantes de las ciudades más importantes del mundo.